Lo que aprendí perdiendo en bolsa
Hace unos años me di un buen trompazo y hoy hago una reflexión sobre ello
Algunos ya conocéis la historia.
En pleno rally derivado del covid-19 mi cartera de acciones estaba constituida por distintos valores conservadores (Danaher, Berkshire, Levi’s…), junto con otras empresas más pequeñas. De estas últimas, destacaba Rafael Holdings.
En varias ocasiones ya he contado como las acciones de esta empresa subieron y bajaron. Y, después, se hundieron. Hoy explicaré en detalle porqué sucedió y con que me quedo de aquella amarga historia.
Espero que te guste este artículo, pero antes de continuar quiero comentarte una cosita. The Money Glory es un medio dedicado a las situaciones especiales de la bolsa y otros análisis. Si quieres acceder a los análisis de spin-offs, el tutorial para invertir en estas separaciones y al contenido de otras ideas de inversión, te animo a que te des de alta como usuario premium:
De Straight Path a Rafael Holdings
Todo empezó con IDT Corporation. Descubrí este conglomerado hace más de diez años, cuando era un grupo de telecomunicaciones, que albergaba distintas actividades bajo el mismo paraguas. Los distintos segmentos de IDT no tenían ningún tipo de relación con el core business del grupo.
Mediante spin-offs, IDT se fue separando de algunas de sus filiales y llevó al mercado negocios tan dispares como Zedge o Genie Energy. Mientras que la primera era productora de contenidos multimedia para teléfonos móviles, la segunda comercializaba energía.
Entonces, de todas sus reestructuraciones me fijé en Straight Path.
Straight Path era un bicho raro. El tipo de empresa que nunca te mencionarán en un curso de bolsa, ni tampoco en escuelas de negocios. Una rara avis.
El mayor accionista de IDT, Howard Jonas, decidió constituir esta sociedad a partir de un conjunto de derechos intelectuales y licencias de retransmisión. De estos, destacaban los derechos de propagación de datos en tecnología 5G en distintas áreas de Nueva York.
De este modo, la compañía se convirtió en un contenedor de activos intangibles, en realidad muy valiosos, pero que en aquél momento no recibían ningún ingreso. A la vez que tampoco generaban demasiadas preocupaciones.
Recibí acciones de Straight Path a partir de mi inversión inicial en IDT. Tras incorporarse en bolsa, sucedieron muy pocas cosas. No había ventas. Las conference calls de la dirección eran sosas, sin apenas audiencia. Y empecé a dudar de cuál podía ser el interés de tener aquello. A mi parecer, era como tener en propiedad un terreno sin sacarle ningún tipo de provecho.
Desde su salida, las acciones subieron paulatinamente. Evolución que me permitió terminar vendiendo mi paquete por 10 dólares cada título. Lo hice por aburrimiento. Eso si, consiguiendo doblar mi capital inicial.
Lo que podría parecer un éxito absoluto, fue un triunfo relativo. Ya que lo extraordinario llegó más tarde.
En 2017, AT&T anunció su interés por el espectro que tenía Straight Path, pues era de vital importancia para el funcionamiento de su negocio. Por esto ofreció 1.250 millones de dólares en acciones, para quedarse con la compañía1. Cada accionista recibiría la friolera cifra de 95,63 dólares (!) en títulos de AT&T.
Más adelante, Verizon pujó por los mismos activos y consiguió hacerse con Straight Path por 184 dólares (!!), en un intercambio de acciones2.
Me perdí toda esta aventura. Yo ya había vendido a 10 dólares, y contento de hacerlo. En cambio, no había tenido la paciencia, ni las ganas, de esperar a que alguien me diera mucho más por aquél cúmulo de activos intangibles.
Craso error, que no quería volver a cometer.
El boom de Rafael Holdings
Años más tarde IDT sacó a bolsa una nueva compañía llamada Rafael Holdings. En esta ocasión se trataba de una cartera de intereses en distintos proyectos farmacológicos, encabezados por la investigación en tratamientos contra el cáncer de Rafael Pharmaceutical.
Para sustentar los gastos, la empresa se quedó con algunos edificios, del que se cobraban alquileres. Hecho que convertía la cotizada, a ojos de las bases de datos, en una sociedad inmobiliaria un poco extraña.
Recibí acciones del spin-off y durante los primeros años la cotizada pasó un tanto desapercibida. Se revalorizó sustancialmente, y también doblé la inversión inicial. Pero no fue hasta 2021 cuando llegó el momento álgido de la cotización.
Se juntaron el hambre y las ganas de comer. Tras el período de confinamiento propiciado por el covid-19, había menos aprensión al riesgo. Se hablaba de small caps, de tecnología, hubo salidas a bolsa a tutiplén. Y el negocio de Rafael encajaba a la perfección en este escenario.
Si todo iba según lo previsto, la comercialización del primer fármaco de Rafael era inminente. De suceder esto, yo no quería perdérmelo. No porqué fuera algo grande, sino porqué ya me había perdido lo de Straight Path. Y aquello había sido enorme.
Rafael se revalorizó hasta los 60 dólares por acción en cuestión de meses. Y, en un dramático descenso, que yo consideré momentáneo, aproveché para comprar más títulos. En mis cálculos no entraba un hipotético escenario de fracaso. Sino que pesaba mucho más la idea de volver a perderme una oportunidad millonaria.
A sabiendas de lo que podía pasar, comprometí gran parte de mi cartera en Rafael Holdings (más de un 20% sobre el total, no un 90%, tampoco soy imbécil).
El hundimiento de Rafael y de mi cartera
Que Rafael Pharmaceuticals no consiguiera avanzar en sus ensayos era una posibilidad. Aún así, cuando sucedió, me hizo daño. Dolió de verdad. Cuando la compañía anunció que daban por terminados los ensayos de la fase III por falta de viabilidad, la cotización se hundió. Pasó de 30 a 7 dólares en cuestión de un día.
En mi cartera, se fulminaron miles de euros de golpe. Los que había ganado desde que la compañía había subido, y los que metí más tarde alentado por una fase de euforia.
Por muchos libros que te leas sobre la psicología del inversor (Kahneman, Gilovich, Ariely…), no sabes cuál es la sensación de perder hasta que sucede. Por mucho que te cuenten, esta sensación de vergüenza por haber echado a perder tiempo y dinero, debes vivirla (y con tu propio dinero).
Como profesional, y además en un año que las bolsas estuvieron eufóricas, fue una verdadera deshonra. Pienso que fue un fracaso bursátil y parecido a aquello que experimenta un emprendedor cuando no le sale bien un negocio.
Pero, en este caso, era una situación invisible.
Amigos y familiares saben poco (o nada) de lo que sucedió. Ya que no hubo ningún cierre físico; ni una tienda, ni una oficina. No colgué el cartel de “en liquidación” en ninguna puerta. Solo cambiaron lo dígitos de mi cuenta bancaria y me quedé solo lamiéndome las heridas.
Mejor así. Porqué si lo hubiera contado, habría sido peor. Me imagino el comentario de “esto te pasa por jugar a bolsa, ya sería hora que lo dejaras”.
Lecciones del batacazo de Rafael
La mayor caída de Rafael Holdings sucedió en un día. Pero el deterioro de la acción, así como el conjunto de mi cartera fue algo gradual. Al estar más pendiente de los beneficios de la farmacéutica, descuidé el resto de mis inversiones. Por ello, entre mediados de 2021 y hasta el cierre de 2022, el conjunto de mi cartera perdió un 40%.
Fue entonces cuando senté un poco la cabeza, repasé algunos libros de inversión que ya había leído hacía unos años, y me propuse recuperar lo perdido. Al fin y al cabo, por eso estamos aquí, para avanzar.
La diferencia entre la gestión de mi cartera de antes y la de ahora, son las siguientes lecciones que me llevé de la experiencia:
La bolsa no regala nada. Rendimientos de más de un 50% en cuestión de pocos meses, es un fenómeno extraordinario. Sucede, pero hay que andarse con cuidado y averiguar cual es el motivo de esta subida. Y, sobre todo, si es sostenible en el tiempo. Desde que sucedió “lo de Rafael”, soy más pródigo a vender en situaciones de volatilidades superiores a lo normal. Si una acción dobla su precio en cuestión de poco tiempo, vendo por partes o, si es posible, recupero la apuesta inicial. No hago lo mismo si una compañía va sumando un 20% anualmente, como sucede por ejemplo con Berkshire Hathaway.
Todas las posiciones cuentan. Me quedé prendado de la buena marcha de Rafael. De modo que me confié, y estaba más pendiente de lo que sucedía en esta que en cualquier otra acción de mi cartera. Y no solo esto, sino que me confié y empecé a invertir en otras acciones, como si no hubiera un mañana. Dejé de lado mi criterio analítico, para pensar que “si no funcionaba, ya estaba ganando en otro sitio”. No tenía que ser así, toda los huevos del cesto son importantes.
Perder es la mejor lección. De cuando era un niño, me acuerdo más de las caídas que me di con la bicicleta, que de las carreras que gané con ella. Las heridas fueron dolorosas y tardaron en curarse. Lo mismo sucede en bolsa, los beneficios (sobre todo los mediocres) tienen poco impacto en el proceso de aprendizaje. En cambio, los fracasos duelen. Los analizo con detenimiento. Y siempre me ofrecen algo para aprender.
A fecha de hoy sigo trabajando para recuperar el dinero perdido. También intento hacerme un lugar como analista profesional, pero esto es lo más complicado. Al parecer, gestionar una cartera con un volumen relativo, y tras años de experiencia en el sector bancario, no es suficiente para algunos garitos financieros, que les importa más los títulos que la experiencia acumulada.
Por otro lado, si eres lector habitual, habrás observado que sigo invirtiendo y uso regularmente distintos filtros para seleccionar cotizadas.
En estos filtros no tienen cabida empresas que estén despegando, sin beneficios, y que requieran un análisis en detalle de alguien con conocimientos del sector. Por defecto, desecho cotizadas de sectores cíclicos o complejos, como la investigación farmacéutica. No me interesan.
Según estos criterios, Rafael Holdings quedaría excluida. No las compraría de nuevo. Si las tengo en cartera, es porqué valen muy poco y en el fondo pienso que “algún día, quién sabe…”. Ocupan un muy pequeño espacio en mi portfolio, en términos monetarios. Pero, eso sí, siguen siendo una gran mancha en mi expediente.
Feliz viernes!
“Who in the hell’d you think you are?
A superstar?
Well, right you are”
Instant Karma! (We All Shine On) - John Lennon
Disclaimer: En la fecha de publicación de este artículo tengo acciones de Rafael Holdings (RFL) y Berkshire Hathaway (BRK.B) en mi cartera de inversiones.
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“AT&T to Buy Straight Path for $1.25 Billion as It Gobbles Up Spectrum”, 10 de abril de 2017
“Verizon Wins Bidding War for Straight Path Communications”, 11 de mayo de 2017