A la búsqueda de un rendimiento libre de riesgo
La complicada inversión en Letras del Tesoro y lo difícil que lo ponen los bancos
Hoy hago mi primera suscripción en Letras del Tesoro. Estoy familiarizado con la renta fija, e incluso he ayudado a algún familiar a realizar las gestiones para la compra de estos títulos. Pero es la primera vez que he destinado una parte ociosa de mi cartera a este tipo de activos.
A pesar de lo que digan los titulares de la prensa especializada, el Tesoro sigue ofreciendo tipos atractivos. Y, sobre todo, por encima de los depósitos comerciales de los grandes bancos.
ING Direct, dónde tengo un remanente, paga mensualmente un interés equivalente a un 1% anual1.
Si quieres algo superior, debes buscarte la vida y aceptar un riesgo mayor. Por ejemplo: cuentas vinculadas a criptomonedas. O eso, o hacer un pacto con el diablo y decir que sí a las grandes entidades y a sus condiciones. Como llevarles tus ahorros, que te los bloqueen durante tres años, y después te los devuelvan tal cuál, con alguna de sus excusas…
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Invertir en Letras, ¿a precio de qué?
Antes de buscar en el Tesoro, el ahorrador minorista prefiere otros activos. Ya que invertir en renta fija pública es complicado, sobre todo la primera vez, pues hay que seguir unos pasos previos:
Obtener el certificado digital de hacienda. Si no se dispone de ese pequeño documento digital, hay que personarse físicamente a una oficina de hacienda y cumplimentar varios papeles.
Suscribir las Letras o Bonos del Estado. Entrar en la página web del Tesoro y lanzar la orden de suscripción.
Transferencia bancaria. Pedir a la entidad financiera correspondiente, que envíen tus ahorros a las arcas del Tesoro
De estos tres pasos, la mayor dificultad está en superar las trabas burocráticas. Y, sobre todo, convencer a tu banco de que quieres llevarte tus ahorros.
Aunque una transferencia podría hacerse con solo pulsar un botón, algunas entidades lo hacen más complicado. Piden a sus clientes que acudan a la oficina a ejecutar la operación. O incluso prefieren que la haga el empleado bancario. Hecho curioso, teniendo en cuenta que para otras transacciones nos obligan a recurrir al cajero, o que nos busquemos la vida.
Por otro lado, este movimiento de dinero suscita las alarmas de los gestores bancarios. ¿Por qué un cliente se irá a suscribir Letras, con la gama de productos que ofrece su entidad?
Y, con ello, empiezan las llamadas, las preguntas, y las contraofertas. Como si de una compañía telefónica se tratara. Pero, y aunque parezca mentira, ninguna de las ofertas de las entidades es tan suculenta como un mísero 3,42% anual.
Las fronteras de la renta fija pública
Aunque las letras sigan ofreciendo un rendimiento superior a los depósitos bancarios, muchos ahorradores se quedan en su entidad porqué no nos lo ponen fácil. La inversión en renta fija impone una fronteras evidentes:
Conocimientos. La mecánica conceptual de la renta fija es compleja. Mis parientes aún no comprenden porqué, cuando invierten en Letras, les devuelven dinero el primer día de la suscripción. Tampoco comprenden con qué se quedan, cuál es la función de su inversión, ni tampoco a qué precio deberían vender la deuda, si tuvieran necesidad de hacerlo.
Frontera tecnológica y trabas burocráticas. La suscripción de Letras requiere unos conocimientos tecnológicos muy básicos. Pero que muchas personas no tienen. También deben ejecutarse algunos pasos previos (obtener certificado digital…). Y, por supuesto, hay personas que por paciencia o aburrimiento, prefieren dejarlo correr2.
Por estas razones, siguen habiendo ahorradores cuyos remanentes de dinero están perdiendo valor en la cuenta corriente.
A sabiendas de ello, las entidades financieras aprovechan su ventaja. Dicen ponerlo más fácil y ofrecen productos, que en teoría emulan la renta fija. Pero estos vehículos de inversión no dan la misma rentabilidad de la renta fija pública. Básicamente porqué esconden comisiones escandalosas.
Y es que una mísera y triste Letra del Tesoro ofrece ahora un 3,42% anual. Pero ya es más, que cualquier depósito bancario clásico, y sin extrañas condiciones.
Feliz martes!
ING no patrocina este artículo, pero al menos me paga un pequeño tipo de interés por mis ahorros.
La dificultad de ir a hacienda, o aprender cuatro conceptos básicos de finanzas, depende de la voluntad de la persona, más que de su inteligencia. Pues hay gente que se sabe de memoria la alineación de su equipo favorito, del año 1992, el 2004 y el 2012, y después dicen no tener tiempo para instalarse un triste certificado digital en su ordenador. Moraleja: Si se tiene capacidad para aprender más de cien nombres de futbolistas, también hay coco para hacer cuatro gestiones tristes que influyen directamente al bolsillo.