Reflexiones del año 2024 de un escritor de bolsa
La no esperada lectura navideña que si tenia pensado publicar
Empecé el año con un tropezón, seguido por una oferta apetecible.
Comienzo por la bolsa: Solo estrenar 2024, Amazon retiró la oferta de adquisición del fabricante de Roomba, iRobot. No valía ni su tiempo, ni su dinero. Con esta decisión, una de mis mayores posiciones se fue al garete nada más empezar el ejercicio. Era un arbitraje y pensaba que era una apuesta de lo más segura del mundo, por esto dediqué una buena parte de mis ahorros. Se esfumó una participación de mi cartera.
Qué mal estreno!
Para mi desdicha, al mismo tiempo, un conocido me propuso un trabajo.
Desde hace muchos años, esta persona lleva un proyecto cultural al que dedica mucha pasión y cariño. Por varios motivos, el proyecto ha sufrido cambios y ha habido mucha rotación de cargos, como el de finanzas. Precisamente, lugar dónde quería que yo me acomodara. Me comentó que tenía el perfil ideal para hacer las tareas financieras, como elaborar el nuevo presupuesto y presentarlo para pedir subvenciones.
El planteamiento inicial era para algo puntual. Un trabajo que yo pudiera hacer en horas convenidas. Lo podría alternar con otras tareas, que estaba haciendo entonces, como un informe de investigación sobre spin-offs. La propuesta era buena, pero duró muy poco. Y se embolicó más de la cuenta.
De hacer algo puntual y a mi libre albedrío, pasaron a pedirme que opositara para un lugar dentro del ayuntamiento de mi ciudad. Si, si, que me metiera a funcionario. Para el proyecto era mejor, pues así no se preocuparían por mi sueldo. Y a mí me vendieron que sería un lugar seguro, en un departamento del consistorio, aunque seguiría dedicado exclusivamente al susodicho proyecto cultural.
No era lo que habíamos pactado al principio, ni el trabajo de mis sueños. Pero internamente el pack me lo hice atractivo: pensaba que tendría una vida laboral cómoda y, sobre todo, estabilidad financiera.
Ya llevaba días haciendo números, presupuestos, sin que nadie me dijera claramente para quien trabajaba. O para quien lo haría. Y, mucho peor, nadie me pagaba. El ayuntamiento no sacaba las bases para la posición dónde debía opositar. Todo el mundo se hacía esperar. Aunque, eso sí, yo debía terminar cuanto antes posible mis tareas, porqué si no había subvenciones, ese año no habría proyecto.
Más por amistad que por otra cosa, hice lo que pude, y lo más profesional posible. Aunque nadie me ayudó con ello. Todo lo contrario, era un desbarajuste. Sin saber si aquello era una organización sin fines de lucro, cuáles era los tempos para hacer pagos a los proveedores o que modalidad de IVA se presentaba, yo tenía el cargo de director financiero.
Lo peor de todo es que si pedía hacer una reunión para compartir información me daban largas, o me montaban un encuentro y lo cambiaban a última hora, o directamente me lo cancelaban.
El modo de trabajar tampoco era el mejor: Me enviaban whatsapps a las 2 de la madrugada. A primera hora de la mañana me llegaban correos urgentes, para que hiciera eso o lo otro. E, incluso, me llamaron diez veces en cuestión de una hora, porqué había algo urgente que debía solucionarse ipso facto.
Esto se aguanta, cobrando, claro. He soportado cosas peores. Con un buen cheque a final de mes, adelante con los correos y los mensajes fuera del horario laboral! Pero sin una paga, podían irse todos a tomar por %&$*.
A mi contacto le sentó mal cuando le pedí dinero. Siempre se mostraba muy agradecido cuando le hacía lo que quería. Esta actitud se torció cuando vio que aquello yo no lo haría más gratis. Y, aunque en boca suya, “me estaba haciendo un favor”, le costaba soltar algún duro. Si él cobraba poco y otros hacían aquello casi por amor al arte, ¿por qué debería pedir algo yo? Al fin y al cabo, “en el mundo de la cultura se gana muy poco”, me dijo.
Al ver esto, y demasiadas más cositas que no me gustaron en absoluto, tiré la toalla. Y, después de una buena discusión y unos ratos muy amargos, al final sí me cobré la factura por los servicios prestados.1
De reinvención en reinvención
A mediados de año tuve que volverme a reinventar. Otra vez. Me puse a enviar currículos, a chorro, a empresas de fondos de inversión que conocía. Y a otras que descubrí a lo largo de mi búsqueda de trabajo. Hice de todo lo que hace un buen demandante: me hice una lista de objetivos, rellené mi agenda de propósitos, recurrí a viejos contactos y nuevos asesores de recursos humanos.
A la vez, seguí escribiendo en esta página, indagando a fondo sobre empresas e inversiones.
La negativa de una y otra empresa me desmoralizaron. No soy joven, no tengo los títulos que buscan (a pesar de contar con una carrera, dos posgrados y más de diez años de experiencia). O, si soy el candidato ideal, resulta que en aquellos momentos la empresa no está buscando a nadie. Al menos eso dicen ellos…
Mientras se sucedía una negativa tras otra, la bolsa empezó a subir. El retorno de algunas inversiones, como PayPal o Mama’s Holdings fructificaron. Y mi cartera de más de 15 empresas ya requería mucha más atención. Por este motivo, después de vacaciones, decidí cerrar el entorno premium de esta página. Pues quería dedicar más tiempo al análisis. Dónde la relación esfuerzo/beneficio es mucho mayor.
Han pasado los meses y me siento como un profesional sin un lugar en la profesión. Pero mi cartera personal acumula un envidiable rendimiento de un 25% anual. Un hito que no está nada mal2. Voy al mismo ritmo que el mercado, y bato a muchas carteras “agresivas” y gestionadas por supuestas mentes brillantes. Por esto, si lo comparo con el sector y con mi “yo pasado”, pienso que en 2024 he sido un buen perdedor.
La claves de la rentabilidad de este año son muy variadas y lo atribuyo a:
mucha suerte;
el escenario positivo de las bolsas (que nadie se esperaba);
la llegada de Trump como presidente, quien acentuó la subida de los mercados, el dólar y las criptomonedas;
y, por supuesto, algo tiene que ver conmigo y una selección correcta de activos y su gestión.
Confirmo que esta situación no es flor de un día, ni atribuyo las ganancias anuales a un solo valor. Quizás haré una disección en profundidad de los nombres estrella de la cartera en otra publicación. En algunos casos, llevaba desde 2023 esperando una buena sorpresa. Otros, no esperaba verlos tan arriba. Y otros me hubiera gustado que diesen mucho más.
¿Con este panorama, quiero seguir en el sector y buscando trabajo a lo loco?
Por mi parte si, aunque ya veremos dónde me quieren. Al parecer, disto de ser el perfil ideal. A pesar de mis conocimientos y mis logros. Quién sabe! Quizás, de seguir así y obteniendo tales rendimientos, con el tiempo el que no querrá según qué cosas seré yo.
Preparando el año 2025
Dado que a finales de noviembre ya lo tenía casi todo hecho, decidí cerrar el chiringuito. Ni más currículos, ni más propuestas chungas de conocidos, ni analicé más acciones. Empecé otro proyecto, totalmente distinto. Reservé mi tiempo para la redacción de distintas historias, que tenía en el tintero, guardadas por si algún día quería recuperarlas.
La verdad es que me gustaría que estos textos salieran a la luz. Puede que alguien me los quiera editar y, al final, termino publicando un buen libro.
Por todo ello, y mucho más, espero que el 2025 sea un año lleno de buenas sorpresas. Espero que para ti también.
Molt bon nadal y un cálido abrazo desde Vic, la ciudad dónde en invierno la niebla es la verdadera protagonista.
Joan Anglada Salarich
Hacer negocios con amigos y amigas siempre es un mal asunto. En esta ocasión, yo siempre fui el candidato ideal, una excelente persona y el mejor de los profesionales, mientras no pedí nada a cambio. Pero cuando empecé a presionar para cobrar algo, entonces aquí fue cuando empezaron los descalificativos. No entraré en detalles, pero no fueron nada agradables. Me oí un poco de todo. Tengo algo de sentido crítico, y creo que en esta ocasión los insultos peyorativos fueron de lo mas gratuitos que he recibido nunca. Resulta irónico que te traten de “profesional” cuando el trabajo lo haces gratis. Y en cambio que te digan ser una persona ruin, tener la piel muy fina y el peor de los amigos cuando pides una pequeña compensación por los servicios ofrecidos.
Un rendimiento de un 25%, teniendo en cuenta que el primer mes perdí un 2,66% por culpa del arbitraje Amazon/iRobot. Coincidiendo con un mes de subidas y que todo el parqué estuvo en positivo.