Reflexiones del año 2020 de un escritor de bolsa
Coronavirus, analista de informes pagados y nuevos horizontes
Ha sido un mal año. La bolsa se ha recuperado extraordinariamente bien, pero es difícil brindar por esto. Para muchos, el 2020 se ha convertido en una cifra maldita. Nos han abandonado familiares y amigos, hemos pasado muchas horas cerrados, hemos invertido tiempo en hospitales, han desaparecido puestos de trabajo y distintos negocios han cerrado, o están a punto de hacerlo.
¿Quién puede brindar por el 2020?
Durante el año 2020 me he quedado sin trabajo. Soy muy afortunado, porque ha sido un mal menor. Aunque puedo señalar en el calendario el día exacto que me despidieron, meses antes había visto como el proyecto en el que trabajaba se apagaba. El goteo de malas noticias fue constante, justo desde que la OMS anunciara que estábamos sufriendo una pandemia.
Hasta este famoso annus horribilis había trabajado de analista financiero. Estudiaba con minuciosidad las finanzas de las smallcaps que cotizaban en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Hace poco se rebautizó como BME Growth y es una bolsa que acepta compañías pequeñas y con modelos de negocio generalmente innovadores.
Mi trabajo no se reservaba a analizar compañías, sino que también trabajaba para ellas. Esto en el sector se conoce como sell side.
Estar en el sell side de las finanzas es ejercer un oficio perverso. Como dice el mismo nombre, es el lado de las ventas. Todos los profesionales de este bando, trabajan para conseguir vender (o promocionar) a las compañías como buenas inversiones. También se podría etiquetar como marketing, o publicidad, ya que el objetivo del sell side es convencer a los inversores.
Yo elaboraba informes de análisis financiero para una lista de empresas, que nos contrataban. Un mal asunto. Nuestros clientes, las empresas cotizadas, querían que nuestros análisis sirvieran para explicar sus cualidades. No sus defectos. Y esto lo teníamos que hacer mediante rigurosos modelos financieros y el estudio de su negocio.
Al final, lo que importa es que el informe se publique y sea positivo. No importa que los datos sean fiables. Ni que todas las cifras cuadren o que las explicaciones sean coherentes. Como en un trabajo de secundaria, se pueden copiar párrafos enteros de la Wikipedia y a nadie le importa.
Tal y como dice Seth Klarman en el desaparecido libro “Margin of Safety”, el trabajo debe salir y ya está.
Todo esto es ampliamente sabido en el sector. Un informe financiero de valoración, escrito por un analista a sueldo, es como si la hubiera realizado la misma compañía. Por eso los documentos del sell side son papel mojado para los inversores particulares.
A pesar de pensar esto, hice mi trabajo de la mejor forma posible. Los análisis estaban desarrollados con minuciosidad y, quizá por eso, habíamos chocado en más de una ocasión con la opinión de los directivos de las compañías. Ya podíamos hacer papel mojado, que estaba muy bien hecho.
Pero la pandemia dejó al descubierto otras debilidades que tenía nuestro proyecto. Éramos analistas, y aunque intentáramos contentar a todos, otras instituciones nos hacían sombra con facilidad. En el mercado financiero hay actores muy grandes y con tentáculos largos, que los usan cuando los necesitan.
En el famoso sell side no sólo hay analistas. También hay colocadores de acciones, que generalmente son bancos. En el MAB también existe la figura del asesor registrado; es un especialista que conoce cómo funciona la sala de máquinas de la bolsa y ayuda en aspectos técnicos, financieros y legales.
También se suma una amalgama de pequeños agentes que hacen diferentes tareas específicas: proveedores de liquidez, agencias de comunicación, asesores legales...
Aunque la separación entre una función y otra está bien definida, hay empresas que se ocupan de distintas actividades. Gaesco por ejemplo es asesor registrado. A la vez, publica informes financieros donde explica las cualidades de sus propias empresas clientes, a otros futuros inversores.
En esta posición, es difícil creer que pueda decir algo malo de alguien de quien depende la facturación de los próximos años.
Y esto no queda aquí. Además, como gestor de fondos de inversión, es muy posible que Gaesco también use el dinero de sus clientes para invertir en las cotizadas que asesora.
Para evitar estos conflictos de intereses, en el sector hay lo que se conoce como “murallas chinas” que sirven para separar intereses entre divisiones internas. Si se aplican estas separaciones, el analista financiero debería ser independiente, y así podría hacer un trabajo objetivo.
Las primeras murallas chinas las vi en la desaparecida Caixa Manlleu. “Muralla” era un nombre muy suntuoso por unas mamparas grises que separaban a los trabajadores de diferentes áreas. Así, un empleado no podía ver el trabajo que hacía el del otro lado. A pesar de ser una medida preventiva, era absurda en una empresa tan pequeña que aglutinaba los servicios centrales en un solo edificio.
La mayoría de empleados desayunaban juntos, algunos formaban equipos de pádel y otros salían juntos de fiesta. ¿Dónde quedan las murallas chinas entre cerveza y cerveza?
A pesar de los patentes conflictos de intereses, la normativa es muy laxa en este sentido. Un analista que recomienda una empresa, también puede ser un inversor de la misma. Si esto lo advierte en letra pequeña, en una página de los documentos que publica, cumple con lo que dicen los reguladores. Bonito no es, ya que los análisis acaban siendo sujetivos e interesados, pero la normativa sólo pide que se desglosen los conflictos de intereses.
Estos conflictos salen dramáticamente a la superficie cuando hay problemas. Una de estas situaciones fue en el caso de QRenta. Esta institución, que históricamente era asesora registrada de cotizadas como Home Meal o Eurona, fue la primera en constituir una Sicav que "invertía en el MAB".
Aunque nació en un buen momento bursátil, la performance de la Sicav fue mediocre. Hasta el punto de que tuvo problemas de liquidez, pidió la paralización de los reembolsos, cambió de gestora y se reestructuró. Un dolor de cabeza para los inversores que vieron como una vez más el MAB les jugaba una mala pasada.
Pero, y contra pronóstico, los inversores hicieron un frente común para llevar a juicio a QRenta por conflictos de intereses. La primera sentencia contra la institución salió el mes de noviembre de 20201, después de meses de investigación. Dictaminó que la compañía había usado los fondos de la Sicav para invertir en empresas dónde tenía otros intereses económicos.
Estos eran todo un conjunto de relaciones comerciales, de las que QRenta cobraba de sus verdaderos clientes: Home Meal, Eurona, inKemia, elZinc...
Los inversores minoristas, sin saberlo, estaban realmente sustentando a compañías que no funcionaban bien. A la larga, la mayoría de estas han presentado concurso de acreedores. Como he leído en algún artículo, se trataba de "trilerismo financiero", y no he encontrado ninguna adjetivo mejor para definirlo.
En este océano de monstruos financieros, y en plena pandemia, el proyecto en el que trabajaba hacíamos sólo análisis financieros para tres o cuatro cotizadas. Resultó que aunque todo el mundo estaba muy contento con nosotros, presentábamos un buen trabajo, y nos querían a todas las fiestas, nadie nos volvió a contratar.
En ese momento de turbulencias bursátiles les interesaban mucho más otras compañías con más tentáculos. Esto no nos lo dijeron, pero fue fácil descubrirlo más adelante.
Y así me quedé, sin trabajo. Escribí varios textos resumiendo esta historia, una y otra vez, sin saber qué hacer de más de 10.000 palabras vomitadas sin parar. Estaba solo, en casa, y la única alternativa era leer, hacer deporte o cocinar. Luego pasó un verano muy largo y llegó el temido septiembre, la hora cuando me tenía que sentar y hacer "algo de provecho".
Como cada mañana, un lunes a finales de septiembre, me hice un café con leche y encendí el ordenador. Durante cinco años había revisado diariamente las más de treinta empresas que formaban el MAB. Las tenía todas controladas. Ahora ya no me limitaba esta cifra, las fronteras habían caído y tenía millones de negocios para analizar.
Tenía mucho más trabajo de lo que me pensaba!
Frente la incertidumbre de este nuevo 2021 deseo que os lo toméis de la mejor manera posible. Este texto ha sido una forma de eliminar los resentimientos que acumulé, después de quedarme sin un trabajo al que le veía futuro. Ahora no quiero volver al sell side ni a la banca, y por esto ahora me dedico con mucha ilusión a las inversiones particulares.
El coronavirus, qué giro de guion!
Os deseo a todas las personas que me seguís, una bienvenida nueva etapa. Un fuerte abrazo y los mejores deseos a todos y a todas.
Joan Anglada Salarich
“La sociedad de valores Q-Renta, obligada a devolver 400.000 euros por manipulación con empresas del MAB”, 25 de noviembre de 2020