

Descubra más de The Money Glory
Petróleo, un sector de nuevo de moda
Operaciones corporativas, cotizaciones... todo indica que los inversores vuelven a apostar por este negocio energético
La industria del petróleo está experimentando un auge en bolsa: Las acciones de los grandes conglomerados del sector (Exxon, Occidental Petroleum…) han registrado una gran recuperación en los últimos dos años. Y, otros negocios relacionados con el crudo, grandes o pequeños, empiezan a formar parte de los planes de muchos inversores.
La semana pasada leí un análisis que destacaba el déficit de inventarios para cubrir la demanda internacional esperada de los próximos años. A pesar del boom del coche eléctrico, teniendo en cuenta que el petróleo también es necesario en la cadena de valor de otros productos, se necesita muchos más pozos en funcionamiento.
Ergo, las acciones de todas las compañías relacionadas con el petróleo deberían subir.
Espero que te guste este artículo, pero antes de continuar quiero comentarte una cosita. The Money Glory es un medio dedicado a las situaciones especiales de la bolsa (spin-offs, arbitrajes…). Si quieres recibir información en profundidad sobre estos temas, te animo a que te suscribas:
Este argumento no es nuevo. En 2005 asistí en una serie de conferencias, dónde distintos científicos señalaban el año 2010 como el zénit de la producción de petróleo. Los modelos apuntaban que a partir de esta fecha la oferta sería insuficiente para cubrir la demanda mundial prevista.
Durante unos años estas previsiones parecieron ciertas. El precio del barril aumentó, y pensábamos que habría una carestía palpable. Pero, a partir de 2008 surgieron distintas variables que distorsionaron el modelo:
La explosión de la crisis financiera provocó la reducción de la actividad económica mundial. El gran fabricante de automóviles General Motors se declaró en quiebra. Y, otras tantas industrias, disminuyeron su actividad, causando una caída en picado de los precios del barril.
Tras este parón, la actividad volvió a recuperarse, y con ello la exploración de nuevos pozos. La industria energética en Estados Unidos se puso las pilas y añadió nuevas técnicas de producción como la fractura hidráulica. Gracias a estas nuevas tecnologías, el país pasó a ser exportador neto de petróleo, y con ello hubo una mayor oferta en el mercado. Lejos de la oferta prevista en los modelos de aquellos científicos. Esta situación fue de la mano de una evolución del precio del barril al alza. Este incentivó la inversión en proyectos con un mayor riesgo, adquisiciones y fusiones a gran escala, así como también spin-offs de filiales que formaban parte de la cadena de producción de la industria. El boom de este período alcanzó su cumbre en 2014.
Sea porqué la evolución de la demanda se agotó, o porqué los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidieran abrir el grifo, el incremento de oferta de crudo saturó el mercado. Y el precio del barril cayó en picado el verano de 2014. Con ello, muchos proyectos dejaron de ser rentables. Muchas empresas energéticas se fueron a la bancarrota. Y las que quedaron cogieron un perfil más conservador, prefiriendo el pago de dividendos a los accionistas, antes que invertir en más pozos.
El golpe de gracia final fue la pandemia del coronavirus, que coincidió curiosamente con la puesta de moda de las políticas ESG. El sector petrolífero estaba tocado por la baja demanda y el precio del barril estaba por los suelos (desincentivando así la inversión en nuevos proyectos). Y, además, los inversores no quería ni oír hablar de empresas que contaminan, pues la moda era todo lo verde y ecológico.
Todo ello lo expliqué a fondo en “La industria del petróleo antes del Covid”. En él comentaba la posibilidad de empezar a mirar con buenos ojos a los productores, pues el sector debía resurgir. No por el aumento excesivo de la demanda, sino porqué la industria llevaba cinco años llevándose todos los golpes, que le llegaban de distintas partes. Las empresas no se atrevían a abrir nuevos pozos y, antes, preferían terminar de consumir lo que tenían.
Entre 2022 y 2023 se están empezando a mover fichas. Y no solo tomo en consideración las cotizaciones y el precio del barril. Hay otras variables que nos indican como burbujea el sector:
Por ejemplo, Civeo CVEO 0.00%↑ , una compañía complementaria cuya actividad es ofrecer cobijo a los trabajadores de los pozos en lugares inhóspitos, ha conseguido nuevos contratos. Aumenta ingresos y ha registrado beneficios operativos en los dos últimos ejercicios.
También está asomando la cabeza Dawson Geophysical DWSN 0.00%↑ , un grupo de estudios sísmicos que ni explota, ni perfora, ni produce. Sino que investiga lo que hay debajo del subsuelo, para todas aquellas compañías que después estén interesadas en abrir un agujero.
Entre las operaciones corporativas destaco Vitesse Energy VTS 0.00%↑ , spin-off de Jefferies Financial. Una separación que me trajo de cabeza, pues la empresa hija se comprometía a pagar un dividendo a la compañía matriz. Extraño, teniendo en cuenta que su actividad se encuentra en una industria cíclica. Estos compromisos no son posibles, si no hay un optimismo flagrante en lo que sucederá en el futuro.
En conjunto, estas situaciones son posible porqué el escenario actual hace rentable la inversión en petróleo, o cualquier rama que se bifurque del mero hecho de perforar. Ahora es beneficioso montar nuevos dormitorios para los trabajadores, hay más demanda de estudios sobre el terreno, e incluso las valoración de las reservas - en el caso de Vitesse - es más atractiva.
Los emprendedores del sector, como en cualquier otro negocio, no piensan que habrá un exceso de demanda en el contexto internacional. Creo que a pocos les importan este tipo de análisis. Sino que hacen cuatro números: Si les cuesta 60 dólares producir un barril de petróleo, y lo venden con un margen de 30 dólares, hay beneficio y siguen con el proyecto.
Esto no tiene porqué durar para siempre. La historia reciente nos dice que hay muchos factores a tener en cuenta para la formación del precio. Y no siempre son económicos, relacionados con las vagas previsiones de oferta y demanda.
Hay analistas que hacen modelos de descuentos de caja, hasta el infinito, pensando que un barril siempre estará por encima de los 90 dólares. Se equivocan. Puede que mañana el precio, y la industria se tercie. O lo haga la semana que viene. O el mes siguiente. Con el petróleo, nunca se sabe.
Feliz miércoles!
¿Te ha gustado este artículo? ¿Si? Me alegro! Entonces te animo a que lo compartas con tus contactos a través de tus redes sociales. Muchas gracias!