El paraíso perdido de las pequeñas empresas
El mercado pone el foco en las small caps y nuestro paraíso se llena de intrusos
El mes de julio ha sido mi mejor mes de los últimos años, en términos bursátiles. La mayoría de las acciones de mi cartera han aumentado de valor. Algunas de ellas ya estaban registrando buenas marcas, pero otras han resucitado. Como si la comunidad financiera las hubiera descubierto de golpe, aunque hace mucho tiempo que estaban allí esperando.
En términos agregados, el avance de las small caps por encima de las grandes corporaciones se ha demostrado con el diferencial entre índices. El Standard & Poor’s 500 en el último mes ha perdido un 1,15%, mientras que el más amplio Russell 2000 ha aumentado más de un 7%.
Distintos medios y blogs ya han bautizado esta situación como “rotación de cartera hacia las small caps”.
Además, cada uno tiene su propio razonamiento sobre el renovado interés por este grupo de cotizadas. Está la previsión de una bajada de tipos, lo que disminuiría la aversión al riesgo de los inversores. O, por otro lado, también suscita la idea de una fuerte apuesta por la economía norteamericana. Y son las pequeñas empresas la que tienen una mayor exposición en este mercado, pues sus ingresos proceden en su mayoría de la demanda doméstica.
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Dejando de lado estas teorías que ahora crecen como la espuma, también hay un lado perverso para inversores con mi perfil. Se trata del incremento de la atención en los negocios de mi cartera, para los que muchos no daban un duro hasta hoy.
Mi sensación es parecida al del turista intrépido, que conoce las playas y las calas, dónde no van las multitudes. Disfruta del sol, de la arena y del mar; en compañía de otros pocos que, como él, molestan poco y gozan de la misma experiencia.
Tras varios años de ir al mismo sitio y en las mismas condiciones, un verano sucede algo extraño. Sea porqué alguien se ha etiquetado en un selfie de Instagram, o porqué algún amigo se ha enterado, allí empieza a haber más gente.
Más personas quieren disfrutar de aquél paraje natural. Por supuesto, nadie les puede impedir su entrada. Llegan andando, algunos también lo hacen en barquitas. Un verano aquello se aguanta, al siguiente empieza a ser un ambiente sofocante.
Un emprendedor vio la oportunidad y pidió una licencia al ayuntamiento para construir un chiringuito. Así, aquella cala se llena de veraneantes que juegan a volley en medio de un jardín de toallas, piden cerveza sin cesar, y cada uno lleva unos altavoces que llenan el espacio de distintos ruidos.
Aquél rinconcito, que antes era paradisíaco, se ha convertido en un infierno.
En bolsa, “la rotación hacia las small caps” se traduce en un mayor número de interesados en negocios por los que nadie daba un duro hasta hace un mes. Sean más inversores, medios de comunicación, o incluso charlatanes en vídeos de Youtube.
Si hay una verdadero cambio en las preferencias de los inversores, esto impulsará los precios. Pero (atención!) también provocará distorsiones significativas. Por lo que hay que estar atento a como evolucionan las cotizaciones y cuando hay que decir basta, y bajarse del carro.
Incluso puede que no exista filtro. Las small caps son interesantes, pero no todas son buenas. No todos los pequeños negocios son disruptivos, ni tienen el potencial de multiplicarse por diez. Aunque muchos oportunistas nos hagan creer lo contrario.
Si la “rotación” existe, será más complicado encontrar un nuevo rincón paradisiaco dónde pasar las vacaciones.
Feliz viernes de agosto!