El nepotismo de los Dolan (y de otras más familias)
Banderas rojas en compañías familiares, dirigidas por hijos, nietas, nueras...
Atareado de nuevo en la búsqueda de pequeños tesoros, ayer topé con la discreta AMC Networks. Por números, una vez vistos sus volúmenes de deuda y su evolución de ingresos, empecé a desencantarme. Una vez hecho el repaso de su modelo, ya decidí descartarla. Pero, cuando leí que estaba metida la familia Dolan, me convencí que aquella cotizada era altamente peligrosa.
Ya he hablado con anterioridad de “los Dolan”. Se trata de una estirpe que lo debe todo al patriarca, Charles Dolan, quién murió el año pasado. Este fue uno de los pioneros de la televisión del cable, en la región de Nueva York, reconocido por fundar el canal HBO y el grupo de telecomunicaciones Cablevision.
Dolan padre creó un imperio que abarcaba la propiedad de franquicias deportivas (como los New York Knicks), la gestión de eventos en el Madison Square Garden o canales de televisión.
Por desgracia, el talento se fue con él. Antes de ello, las joyas de la corona, como Cablevision y HBO, fueron vendidas y la familia Dolan se quedó con una larga lista de negocios complementarios, cotizados en bolsa, que se han transformado de mil maneras posibles. Mediante escisiones, fusiones, adquisiciones…
A pesar de todos estos cambios, los inventos no han fructificado. Pero la familia sigue conservando una participación mayoritaria en todos ellos y toman las decisiones según sus intereses.
A pesar de mi descarte, quise indagar en el proxy de AMC Networks por pura curiosidad. Siempre se aprende algo. A través de este fichero me percaté que en 2023 tomó las riendas de la empresa Kristin Dolan, como consejera delegada. Precisamente la nuera de Charles y, a la vez, mujer del presidente, James L. Dolan.
La contratación de Kristin fue parecido al fichaje de un futbolista. El mismo año que asumió el cargo, cobró 14,5 millones de dólares. Este importe fue el resultado de un salario base (1,65 millones), más una compensación en acciones (8,82 millones), más una compensación en efectivo (4 millones), más otros gastos (71.520 dólares).
Unas cifras descaradas, pues no se trata de atracción de talento. Al fin y al cabo, es la mujer del presidente (por mucha experiencia que tenga en el sector). Y, por otro lado, es un sueldo desorbitado teniendo en cuenta: (1) la capitalización de la compañía, de apenas 500 millones de dólares (se ha cobrado un 2% del valor de la empresa), (2) los sueldos de otros consejeros de negocios con la misma dimensión, que apenas suman 1 millón de euros.
Pero, al ser los Dolan los accionistas mayoritarios, ¿Quién puede llevarles la contraria?
Otros detalles que hacen infumable este sueldo, es que ya en 2023, AMC Networks tuvo que asumir 50 mil dólares por el uso personal que hizo Kristin del helicóptero de la compañía. Un gasto que está a la par con el sueldo anual de un empleado bien pagado. O de dos, de los precarios.
¿Qué puede aportar al cargo esta directiva que merezca los 14 millones? Nada. Cobra por lo que es. No por lo que sabe hacer. Y es por esto que me abstengo de invertir en cualquier negocio de los Dolan.
Nepotismo aceptado
A lo largo de los años, he seguido noticias corporativas de tipo local, relacionadas con empresas de mi entorno. Como con los Dolan, también sucede esta clase de nepotismo con apellidos catalanes y españoles. No son ni Botín, ni De Alba. Son desconocidos, ganan menos burradas que lo visto antes, pero también se reparten lo que les apetece, cobran lo que quieren, y gestionan a su antojo, gracias a su pedigrí.
Cuando el nepotismo se desarrolla en negocios privados, a nadie le importa si la hija de tal o de cual pase a gestionar la empresa. En cambio, también he vivido alguna situación parecida en grandes empresas, dónde uno sube peldaños, sin depender de la calidad de su trabajo, o quién es su familia. Sino más bien en función de con quién desayuna. A éste, o a esta, le suman ceros a su cuenta bancaria, por reírle las gracias a su superior.
Aquí es dónde se aplica la frase “quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.
En el caso de ver este panorama en la industria privada, hago mutis. Me reservo mi opinión, aunque la tenga. Pero, eso sí, cuando se trata de una cotizada, tengo todo mi derecho a criticar. Los Dolan, como los Graham, como los Botín, como los Ortega, o como los Puig, deben velar por los intereses de todos los accionistas. Y no solo de los suyos, o cuando les conviene.
Por muy que les pese, deben ser transparentes y dar un buen rendimiento de sus acciones. Al fin y al cabo, fueron ellos quiénes decidieron meterse en el fregado de las bolsas. Pues a apechugar.
Feliz miércoles!