Taylor Swift vs. Spotify, ni amor ni odio, estrategia empresarial
Taylor Swift se equivocó en la previsión de beneficios y cambió su estrategia: el 3 de noviembre anunció la retirada de su último álbum "1989" de Spotify, cuando solo hacía una semana de su lanzamiento al mercado. A esta decisión le sucedieron una larga lista de advertencias.
La operación comercial de la cantante es un ejemplo del enfrentamiento entre los nuevos modelos de negocio, tecnológicos y el establishment. No tiene nada que ver con la bolsa, lo sé, pero además de ser una excusa excelente para adjuntar un videoclip de Swift en el blog, no deja de ser una operación dónde el valor de los activos intangibles es el principio de todos los conflictos.
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La cantante topó con la realidad cuando su previsión de ventas de 1,2 millones de copias, para el lanzamiento de su nuevo álbum, se quedó en 700.000 discos. Esta cifra es según la revista Variety el motivo principal porque Taylor Swift retire su obra de la plataforma Spotify e intente recuperar las ganancias a través de otros canales de distribución.
La plataforma dirigida por Michael Ek admite que los cantantes solo perciben un céntimo por cada canción que se reproduce en streaming, aunque posiblemente se trate de la mejor opción comparada con otras alternativas gratuitas.
¿Recuperará Taylor Swift sus fans perdidos?
Para Taylor Swift renunciar a Spotify significa perder más de 40 millones de usuarios potenciales, de los que 16 millones escucharon sus canciones el mes pasado y un total de 19 millones de listas de reproducción incorporaban alguna de sus canciones, según la revista Rolling Stone.
Por desgracia, ni desde el punto de vista financiero, ni desde el punto de vista de los usuarios, el artista no puede recuperar estas cifras. Para los usuarios existen demasiados sustitutos: Youtube, eMule, Torrents... "cualquier niño de 15 años sabe donde conseguir este álbum, y no es iTunes", advirtieron los portavoces de Spotify a Swift.
Si la artista cuenta que hay una base de 16 millones de usuarios que, posiblemente, pagan una suscripción premium de 9,99 euros al mes, para recuperar los ingresos perdidos, está completamente equivocado. Ellos no son su target.
Entre los usuarios de Spotify se cuenta la suma de los fans incondicionales y también aquellos usuarios que nos da igual oír su último single "Shake it off", como cualquier otro álbum de un grupo de pop actual. Pero no pagaríamos para escucharlo, ni perdemos el tiempo en descargarlo.
A Swift le deben importar realmente el porcentaje restante de fans incondicionales - los mismos que lo darían todo por ir a un concierto -, dispuestos a pagar y que aún no ha comprado el último álbum "1989".
"Las cosas que tienen valor deben pagarse"
Como otros artistas, Swift ha demostrado una firme posición contra el concepto de la "cultura gratuita". Pero retirar todos los álbumes de una plataforma digital, sin previo aviso, es una decisión que solo un poder como el de su "marca" se puede permitir.
Este mismo punto de vista lo pueden pensar, pero no compartir, otros artistas "pequeños".
Cualquier grupo de música es como una start up, explicaban en una conversación entre profesionales de la industria musical en Quora. Un grupo emergente debe sacrificar muchas ganancias para darse a conocer a través de Internet. Aunque el margen de beneficios sea muy pequeño, lo más importante es estar allí. Para promocionarse, para tener abierta una vía de distribución que también abre las puertas al reconocimiento.
Los artistas no pueden poner límites cuando la competencia digital es un hecho y todos sabemos cual es la mejor opción entre cobrar un céntimo y no cobrarlo.
En anteriores lanzamientos, la discográfica de Taylor Swift había ejecutado la misma estrategia a la inversa; dejaban un lapsus de tiempo entre la venta y la posterior alta de las canciones en Spotify. Así alimentaba y "daban aire" a las ventas físicas.
En esta ocasión, esta prueba les ha salido mal y las previsiones han fallado, pero con la renuncia del artista a Internet lo que si ha conseguido es que se hable, y mucho, de ella.