¿Qué te dejan hacer las entidades financieras en bolsa?
Venta en corto, bonos, obligaciones... todos aquellos activos al alcance de pocos
Estoy llevando a cabo un análisis negativo de una compañía. Se trata de un short analysis que quiero publicar el próximo viernes. En esta ocasión, mi intención es divulgar un ejemplo de un “mal spin-off”. En cambio, no tengo ninguna intención de ganar algún dinero, pues para mi mala suerte, no he podido abrir una posición a la baja.
La identificación de las debilidades de este negocio ha sido más simple que la operativa para ejecutar una venta en descubierto. El hecho de “ponerse corto” está sujeto a distintas condiciones:
Garantías
Requisitos según el reglamento de cada país
Y otras restricciones, en función de cada broker.
Sea ponerse corto o invertir en renta fija, son un tipo de operaciones redundantes en la literatura financiera. Nos recomiendan que diversifiquemos y compremos un poco de todo. Que compensemos. Incluso cuando analizamos situaciones especiales, algunas de ellas se basan en la combinación de distintas operaciones con más de un activo.
Pero, lo que parece fácil sobre el papel, a la práctica es complicadísimo. Al alcance de pocos. Todo ello, lo cuento en detalle a continuación.
Espero que te guste este artículo, pero antes de continuar quiero comentarte una cosita.
The Money Glory es una medio dedicado principalmente a las situaciones especiales: spin-offs, arbitrajes, campañas de activismo… El tipo de operaciones que pueden dar rendimientos al margen de lo que sucede en las bolsas.
Si te interesan los análisis de este tipo de situaciones, puedes darle un repaso a la biblioteca de contenidos. Y, si quieres recibir información de este tipo en profundidad, te animo a que te suscribas para acceder a todos los informes restringidos.
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Como sé puede vender en descubierto
Vender en descubierto, short selling o apostar a la baja. O, incluso, ser un oso. Todo ello es lo mismo. Se trata de vender algo que no se tiene, para comprarlo a posteriori. Dado que se invierte el proceso de una negociación tradicional, esto al principio supone un quebradero de cabeza: ¿Vender algo que aún no se ha comprado? ¿Como?
La forma de hacerlo lo comentaré a continuación. Pero antes, debemos tener claro que el objetivo de vender algo en descubierto es para obtener un beneficio cuando el precio de un activo baja. Por esto, la operativa es la siguiente:
Vendemos un activo. El precio baja. Compramos el activo. Ganamos.
Pero también puede suceder lo contrario:
Vendemos un activo. El precio sube. Compramos el activo. Perdemos.
El análisis del spin-off, que estoy preparando, llega a la conclusión que la la compañía está “sobrevalorada” en bolsa (su precio es superior a su valor intrínseco). Por esta razón, mi apuesta para ganar dinero sería vender sus acciones en descubierto. O, como llaman algunos, “apostar contra la compañía”.
Para ello, el método tradicional es pedir prestadas acciones de la compañía al broker. Éste tiene una cesta de activos, que otros inversores ceden a cambio de un tipo de interés. Pediremos si tiene títulos de nuestra compañía. Si es así, nos cederá un paquete y las venderemos a precio mercado. Si las nuestras estimaciones son correctas, recuperaremos las acciones y las devolveremos al broker por un precio inferior. Y registraremos un beneficio.
Hasta aquí la teoría. Ahora llega la parte práctica: ¿Cómo hago todo esto? ¿Dónde encuentro un servicio de estas características?
Para ello debemos irnos a plataformas internacionales, el máximo de competitivas posibles, pero que nos requieren garantías financieras. En cambio, es casi imposible llevar a cabo este tipo de operaciones con entidades nacionales.
El short selling es algo que no está al alcance del inversor minorista. Esta operativa está tachada de peligrosa. Además, también está mal vista. Apostar a la contra significa ir contra el progreso e implica ponerse a la contra de una larga lista de agentes que viven del intercambio de acciones. Recordemos que lo primero que restringe la CNMV en períodos de incertidumbre, es cualquier operación corta de acciones.
Esto no significa que apostar a la baja esté prohibido. Si que es complicado ponerse a la baja en acciones.
Pero, en cambio, los bancos nos ofrecen un largo catálogo de productos con los que ponernos cortos. Aunque cuentan con el riesgo de apalancamiento y son difíciles de comprender. Solo con superar una simple encuesta de chichinabo, podemos ponernos cortos con futuros, opciones, Forex…
De todos ellos, lo peor de todo son los CFDs. Se trata de productos financieros sintéticos que no se negocian en bolsas, como otro tipos de derivados. Son apalancados y reflejan el precio de otros activos, como pueden ser acciones. Debido a su naturaleza, su cotización está distorsionada y, en el spread de compra/venta, se esconden un gran fajo de comisiones de los intermediarios.
Por esto gustan tanto a las entidades. Están regulados “de aquella manera” y pueden colarte una buena prima de por medio.
Otros productos financieros
Los cursos (o asignaturas) de finanzas nos han regalado una larga lista de activos que podemos usar para diversificar nuestra cartera. La clasificación general es separar la renta fija de la variable. Dentro de cada grupo, hay una lista de nombres dónde puedes acudir para separar tus ahorros: bonos, preferentes, obligaciones, convertibles…
Los libros de inversión también hacen uso de estos activos. Están los de inversión en valor, como el clásico “Security Analysis” de Benjamin Graham, hasta los más especializados como el “Distressed Debt” de Stephen G. Moyer, que usan el ejemplo de uno u otro activo, para aprovechar una situación de inversión.
Incluso sabemos que Warren Buffett recurre a otras opciones, como las acciones preferentes, cuando una situación se le presupone cierto riesgo. Un caso reciente fue la compra de preferentes de Occidental Petroleum en su camino hacia la recuperación, antes de acumular acciones convencionales y convertirse en partícipe de referencia.
Todo esto está muy bien. Convertibles, preferentes y todo lo demás. Pero, ¿Cómo accede un inversor minorista a estos mercados? ¿Qué barreras debe superar para conseguir hacerse con productos de estas categorías?
Ya de entrada, quiero decir que es casi imposible. Al contrario que la bolsa de acciones, los mercados de renta fija son opacos y difíciles de acceder. Están los bonos del tesoro y los intentos de crear un lugar dónde informar correctamente de estos activos en el “BME Renta Fija”. Pero todo ello son migajas de lo que ocurre realmente con su negociación.
La compra-venta de bonos y obligaciones se hacen en OTC (Over-The-Counter) Esto significa que no hay un mercado secundario organizado, como la bolsa, sino que los compradores y vendedores deben buscarse y pactar entre ellos. A la vez, deben fijar cuál activo intercambian y a qué precio.
Como se dice habitualmente: “la renta fija, no es fija, sino se conserva hasta la fecha de vencimiento”. Cualquier activo clasificado como fijo, se transforma en variable en el momento que se vende. Y ponerle precio es muy complicado. Teniendo en cuenta que no hay una cotización, es un ejercicio que debe hacerse con una hoja de cálculo delante.
Los profesionales, que tienen acceso a los mercados, también disponen de conocimientos e instrumentos para conocer toda la información posible. Como un terminal Bloomberg que informa de los últimos precios de millones de activos.
Un inversor pequeño como yo no tiene nada que hacer, si quiere competir en este mercado. Ni cuento con un terminal, ni sé a quién llamar para comprar bonos de AT&T.
Por esto, las entidades financieras recomiendan a sus clientes que inviertan en renta fija a través de sus fondos de inversión. Con ellos, no solo tienen la capacidad de invertir en distintos activos de renta fija, sino que también tienen mayor músculo financiero para hacerlo (pues el nominal de la mayoría de bonos es de 100.000 euros).
Otra vez, como en el caso de los CFDs, también aquí encontramos otra paradoja de nuestro sistema.
Como inversor, las entidades y los reguladores me consideran lo bastante tonto y pequeño como para que no me meta en bonos y obligaciones. Aunque haya hecho un profundo análisis de sus compañías. Y, además, tenga conocimientos básicos de cada tipo de producto.
Como no tengo ni el dinero, ni el acceso a estos mercados OTC, lo tengo crudo. Y aunque fuera posible, seguirán poniéndome el mayor número de barreras posibles para que lo consiga. Me dirán que no estoy capacitado. No hay mercado. Y que sólo está reservado a profesionales.
En cambio, y ahora viene lo bueno, puedo hacerme con productos más complejos solo con presentarme en una oficina bancaria.
Si tengo unos ahorros, un agente comercial de cualquier entidad financiera me sacará un folleto de un plan de ahorro de debajo del mostrador. Me dirá que es un producto conservador y que está pensado para todo el mundo. Puede que sea un fondo de pensiones. Pero también puede que intente colocarme un activo estructurado, montado con distintos activos de renta fija.
No solo me considerarán capacitado para que me quede con algo sumamente complejo. Sino, como sucedió con el escándalo de las preferentes, harán todo lo posible para que el mayor número de personas se metan en ello.
Nota: A lo largo de este año hemos revivido un escándalo parecido al de las preferentes: los CDAs de Triodos. En esta ocasión, se trataba de títulos de depósito que daban un dividendo. Un producto no apto para personas sin conocimientos, pero que vendieron a todos los clientes. Con los años han perdido valor y ahora no hay mercado dónde colocarlos, si no es a través de la recompra del propio banco.