No sin mi petróleo
La decisión de Irán en mostrar su soporte al pacto entre Rusia y Arabia Saudí con el objetivo de estabilizar el precio del petróleo, animó a la cotización del barril de crudo y, a la vez, todas las plazas financieras. A pesar de este gesto público, Irán no se comprometía a rebajar su producción. Días después, Arabia Saudí también dudaba de este trato.
El si, pero no, de estos países del Oriente Medio coge otra vez a los analistas desprevenidos. ¿Cuál será el precio de la energía en 2016?
Hasta hace poco, los especialistas en energía se movían en un contexto de previsiones pesimistas, pues cada día que pasaba la tendencia se mantenía a la baja. Aunque 20 dólares por barril es económicamente insostenible para la mayoría de países, incluso la mayor parte de naciones del cartel de la OPEP, las perspectivas iban a la baja.
Pero los cambios estratégicos de los productores ha cambiado el sentido del gráfico, y lo ha vuelto a cambiar, y ha demostrado la inutilidad del trabajo hecho hasta ahora.
En cuestión de previsiones, el petróleo es un activo difícil de domesticar. En 2012, Goldman Sachs consideró que en los próximos dos años el mundo aumentaría el déficit energético. El crecimiento de las economías emergentes era uno de los motivos porque la entidad financiera considerase que el precio del barril de brent alcanzaría los 150 dólares.
La hemeroteca es fantástica en estos casos, sobretodo la de otros blogs que conservan este artículo publicado inicialmente en Bloomberg.
La historia financiera ha seguido otra trayectoria. Obviamente, como todo adivino, Goldman no solo no se ha retractado de este error, sino que el verano pasado sus proyecciones ya estaban actualizadas al contexto de precios bajos. "Goldman says 20 dollars a barrel is a possibility", explicaban el 11 de septiembre de 2015 en Bloomberg.
Aunque el titular hacía referencia a la peor de las situaciones, lo cierto es que el resultado de sus análisis estaban a años luz de los publicados en 2012, y podrían no confirmarse este año.
El caso de Goldman, uno de un centenar de situaciones similares, ha demostrado como es de difícil predecir el precio del petróleo, sobre todo por su volatilidad. Como apunta Dan Duane en su blog, la caída abismal de la cotización del brent de más de un 75%, desde del año 2014, ha sido provocado por una diferencia entre oferta y demanda real de solo un 2%.
Este descenso del precio, provocado por la apertura del grifo de países como Arabia Saudí o Venezuela, también ha provocado una reorganización de activos.
Los fans de la economía austríaca estarán de acuerdo cuando confirmo que había un exceso de recursos destinados a la producción energética, con un claro protagonista: el uso de la fractura hidráulica para obtener el shale oil. El precio del petróleo, hasta hace dos años alrededor de los 110 dólares, sostenía este tipo de proyectos ya que eran rentables a partir de los 60 dólares. Aún había margen suficiente.
En este escenario, el segmento upstream de la industria energética se transformó radicalmente, sobre todo en Estados Unidos.
Estaban los actores tradicionales que diversificaron sus procesos y, por otro lado, entraron nuevos participantes productivos. Pero también todo tipo de empresas y personas físicas que se beneficiaron a través de actividades secundarias. Por ejemplo: había sociedades que se aprovecharon de la especulación con la compra-venta de concesiones, otros con ofertas de suscripción en bolsa...
A principios del año 2014, empresas como Gray Fox o Centor Energy, con un despacho, una licencia de perforación y una partida de gastos en publicidad, se atrevían en salir a la bolsa y prometer a los inversores millones de dólares de beneficios.
Este tipo de actividades es lo que provocaban todo tipo de dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de estas actividades. Desde que los máximos países productores aumentaron su oferta, y provocó la bajada del precio del barril, se contrajo el "sector del shale".
En el manual técnico "Oil 101", Morgan Patrick Downey explicaba que la OPEP nunca ha usado el petróleo como arma política. No obstante, tiene un largo historial de defensa de los intereses de sus países integrantes, desde el punto de vista económico. En la crisis del año 73 el incremento del precio sirvió para que las naciones productoras obtuvieran el beneficio merecido, después de un proceso de nacionalización de las empresas petrolíferas instaladas en sus pozos.
Actualmente, la guerra de precios de la OPEP le sirve para poner en su lugar el "intrusismo" que ha vivido la industria energética en los últimos años, sobretodo a través del uso de la la fractura hidráulica. Rusia o Arabia Saudí, que representan un cuarto de producción del petróleo mundial, pueden aguantar este contexto. ¿Aguantarán otros países?