Los 3 factores que motivan una estafa empresarial
Gowex, Enron, Pescanova, Theranos... los inversores pueden caer en la trampa de una estafa empresarial como las que protagonizaron estas compañías. Además de ser empresas con negocios runiosos, sus directivos hicieron los posibles para demostrar todo lo contrario. La manipulación de las cuentas permitió crear la ilusión que eran la mejor inversión del parqué.
Una estafa empresarial va más allá del maquillaje de la contabilidad. Al fin y al cabo, cualquier emprendedor quiere impresionar a la opinión pública para quedar bien con sus cuentas. Un fraude de verdad se salta las normas de auditoría y está al servicio de sus creadores para que obtengan un beneficio.
EL TRIÁNGULO DEL FRAUDE
Donald R. Cressey estudió el crimen organizado y se hizo famoso por publicar el "Triángulo del Fraude". Se trata de un modelo formado por tres componentes principales: la presión, la oportunidad y el razonamiento. Estos factores, entre ellos vinculados, son la base de cultivo que pueden provocar una estafa en mayúsculas.
PRESIÓN
La incorporación de una empresa en bolsa la convierte en pública. Como lo llaman en inglés public company, ya que todo el mundo (analistas, inversores individuales...) pueden acceder a sus cuentas. Las entidades de crédito también supervisan en detalle la evolución de los negocios, pero estos lo hacen para garantizar el retorno de sus deudas. La suma de distintos actores a la vigilancia constante de las empresas, eleva la presión de sus directivos para demostrar que todo funciona mejor.
Durante el crecimiento de la energética Enron, su cotización había dibujado una trayectoria espectacular en el parqué gracias a sus ganancias por acción. Pero sus insaciables accionistas, así como la prensa especiaizada siempre pedían más. No había suficiente en igualar la marca anterior, sino que debían superar las mejores estimaciones. Esto era uno de los motivos porqué sus ejecutivos estaban obligados a ofrecer siempre los mejores resultados. Aunque esto implicase recurrir a algun tipo de ajuste contable, fuera de la norma.
Theranos era una startup biotecnológica que prometía un aparato de diagnóstico universal. No solo era víctima de la presión de sus inversores, sino también de las agencias guvernamentales. Como explica John Carreyrou en "Bad Blood: Secrets and Lies in a Sillicon Valley Startup", la empresa de Elizabeth Holmes se permitía mantener secretos, ya que no estaba cotizando en bosa. Pero el sector santiario es lo bastante delicado como para estar al servicio de distintos observadores. Esta presión hacía que la compañía manipulara los tests para demostrar que tenía la capacidad para llegar al mercado con total seguridad para sus usuarios.
OPORTUNIDAD
Las fisuras del sistema son la oportunidad perfecta para elaborar un plan de estafa perfecto. La receta la forman una regulación débil, tanto en la estructura de la negociación bursátil como en el aspecto de la normativa contable, además de una comunidad inversora necesitada de unicornios.
Gowex encontró esta oportunidad. Fundada por Jenaro García, esta empresa proveedora de servicios wifi aprovechó el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) para ilusionar a sus inversores. Mientras la comunidad financiera, donde había también analistas expertos, veían en Gowex una marca fuerte en expansión, la empresa manipulaba los ingresos mediante ventas a empresas fuera de la órbita contable. Todo esto pasaba por un auditor sin ningún tipo de credencial, con despacho en un oscuro local de Madrid.
En aquellos momentos, el MAB no requería las cuentas auditadas a las empresas cotizadas, ni tampoco comité de auditoría. Esto permitía presentar resultados heterogéneos entre empresas, así como también proforma, al tiempo que aceptaba con ligereza las credenciales de los auditores. Estos controles tan débiles ampliaron el margen de juego a la estafa de Gowex.
Howard M. Schilit y Jeremy Perler exponen una larga lista de empresas y sus métodos en el libro "Financial Shenanigans". Worldcom, American Online o Tyco, son al algunos de sus ejemplos para mostrar como las brechas en las normas contables permitieron manipular sus finanzas. Por otra parte, personajes públicos como Bernard Madoff, elaboraron estafas con la objetivo de enriquecerse, aprovechando la oportunidad que les brindaba su estatus de confianza. En todas estas situaciones, el riesgo inherente de cometer un fraude siempre es inferior al beneficio económico que obtienen.
RAZONAMIENTO
"Es lo que me corresponde", "quería estar a la altura de las circunstancias", "soy una víctima del sistema", "tampoco lo hice todo mal". Estos son algunos de los argumentos que sirven para justificar las acciones de los estafadores. Desgraciadamente esto lo hemos oído decir tanto a directivos de empresas privadas, como políticos que metieron la mano en las arcas públicas.
José María Ruiz-Mateos siempre defendió sus acciones y decisiones, al frente del imperio Rumasa. A pesar de los trasvases de dinero entre empresas y engañar a los pequeños ahorradores con emisiones de pagarés, Mateos siempre indicó que el estado había sido injusto con su persona.
Un caso similar lo vimos en los directivos de las cajas de ahorros, que formaban sus consejos de administración. Pese encargarse de entidades moribundas, que pidieron recursos al sector público y dejaron a mucha gente sin trabajo, estos directores se incrementaron las primas por su supuesta buena gestión. De hecho, ayudaron a dilapidar el patrimonio de la empresa, mientras ésta se hundía. Sin embargo, seguían convencidos de que los sueldos extraordinarios para asistir a una reunión mensual, era lo que de verdad se merecían.
Para saber más:
Enron, el mejor ejemplo de fraude monumental contemporáneo, explicado en detalle en "Enron: Los tipos que estafaron a América"
Identificación y análisis de finanzas irregulares en "The Art of Short Selling" de Kathryn F. Staley