Como Enron estafó a Wall Street
El documental “Enron: los tipos que estafaron América” es una historia fabulosa, sobre todo para los que nos gustan los análisis forenses de los escándalos financieros. Esta historia cuenta minuciosamente los crímenes que ejecutaron los directivos del gigante eléctrico (Ken Lay, Jeff Skilling, Andy Fastow...) para manipular resultados, estafar a los inversores de Wall Street y engordar sus cuentas corrientes.
Enron fue un fraude contable masivo, quizá el más imaginativo que ha existido hasta la fecha. La lista de trampas es tan larga que sirve de ejemplo para cada uno de los capítulos del libro “Financial Shenanigans”, de Howard M. Schilit i Jeremy Perler. Usaron activos fuera de balance, red de empresas ficticias, incremento desmesurado de los beneficios contables, manipulación de los precios de la electricidad vendida...
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Aunque se ganó el título de massive accounting fraud, los autores de "Financial Shenanigans" consideraron que Enron, diplomáticamente, “desarrolló [...] una estrategia poco ortodoxa”.
El desarrollo del "caso Enron" se puede explicar a través del concepto teórico del Triangulo del Fraude, desarrollado por Donald R. Cressey. Según este erudito de los crímenes financieros, los fraudes empresariales se desarrollan en escenarios dónde se cumplen tres factores: Oportunidad, Razonamiento y Presión.
Si la presión procedía de Wall Street, y la necesidad del parqué por más y más ganancias para alimentar los inversores, el razonamiento era el proceso psicológico de justificación por el que pasaba el equipo directivo en el momento de ejecutar el engaño.
La oportunidad, el tercer factor, era el vacío que había en el sistema contable para perfeccionar técnicas que embellecían la realidad económica. Enron era una gran corporación, que acumulaba pérdidas. A través de una red de empresas, difíciles de identificar y seguirlas la pista, se transformaban los malos resultados en beneficios extraordinarios.