"Barbarians at the Gate", la cursa para adquiririr RJR Nabisco
RJR Nabisco fue la compañía más deseada de los tiburones de Wall Street, durante los 80. Era un gran conglomerado formado por distintos negocios: desde fábricas de galletas hasta marcas de cigarrillos. Sus características le daban el potencial para comprarla, dividirla y vender los pedacitos con beneficios multimillonarios.
Como explica Bryan Burrough en el libro "Barbarians at the Gates", la adquisición de la empresa debía realizarse en un abrir y cerrar de ojos. Pero le salieron demasiados pretendientes y convirtieron esta operación en la más cara de los "locos 80".
Las características ideales de RJR Nabisco
El gran holding de RJR Nabisco tenía participaciones en el sector alimentario, pero también tenía un pie en la producción de tabaco. La empresa dirigida por Ross Johnson era el resultado de una larga sucesión de fusiones y adquisiciones.
Su nombre procedía de la unión de Nabisco (National Biscuits, ahora propiedad de Kraft Foods y fabricante de las galletas Oreo) con R.J. Reynolds Tobacco Company. Esta última era una fábrica tabacalera de Salem propietaria de las marcas Winston y Camel.
La convivencia entre distintos segmentos de negocio era complicada. El sector de la alimentación era tradicional, pero contaba con una competencia feroz. En cambio, el negocio del tabaco estaba amenazado por las nuevas leyes sanitarias. Y los estudios que revelaban su relación con el cáncer de pulmón.
Este conflicto era mal digerido en Wall Street, que presionaba las acciones de RJR Nabisco a la baja.
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Aprovechando esta coyuntura, un grupo de inversión liderado por el CEO Ross Johnson ofrecieron 17.000 millones de dólares para comprar la empresa. Equivalente a 75 dólares por acción. Se trataba de una oferta apalancada - leveraged buyout -; un tipo de operación corporativa puesta de moda durante la década de los 80.
La oferta se anunció el 20 de octubre de 1988. El precio estaba por encima de la cotización y daba beneficios inmediatos a los accionistas. Y, dado que era una operación gestada desde la cúpula, también garantizaba la posiciones de sus directivos. Además de sus bonus extraordinarios.
Por otra lado, sacar a RJR Nabisco de la órbita de la bolsa permitiría reestructurar a la compañía. Si fuera necesario, venderían alguna filial. Y así podrían garantizar el pago del crédito, recibido a través de la emisión de bonos basura (junk bonds).
Se abrió la temporada de caza
La adquisición tardaría en cerrarse. La oferta de Johnson abrió el apetito de otros fondos, especializados en las adquisiciones apalancadas. El primero en presentar batalla fue Kohlberg, Kravis Robers & Company (KKR). Le siguieron Forstmann Little y First Boston Group. Cada uno con una oferta millonaria, y siempre superior a la anterior.
El precio de cada oferta se hinchaba, pero siempre teniendo en cuenta dos factores: la cantidad de deuda que se podía emitir y como se garantizaban su pago. Al tratarse de un LBO, se trataba de todos los activos de RJR Nabisco. Y para solucionar esta fórmula, todos los fondos afilaron los lápices.
"Un LBO se parece mucho a comprar un coche usado"
Desde un primer momento, el equipo directivo tuvo la sartén por el mango. Además de ser el primero en hacer la oferta, también controlaba la información de la compañía. "Básicamente, un LBO se parece mucho a comprar un coche usado" explica Burrough. "El informe de resultados anuales y los hechos relevantes son como anuncios clasificados. [...] El comprador del coche quiere saber más de lo que dicen los anuncios. Quiere hablar con el propietaris, comprobar el motor, dar una vuelta."
Los oferentes hicieron lo posible para comprender las cifras que harían posible una compra apalancada y poner un precio objetivo a todo el negocio de RJR Nabisco. Después de un proceso de subasta que terminó el 28 de noviembre de 1988, el conglomerado fue adquirido por 24.880 millones de dólares, a 109 dólares por acción. Para los accionistas, esto representó un beneficio de un 45% por encima de la oferta inicial que había hecho el grupo de Johnson.
¿Quién absorbió la empresa?
Si no sabéis el final, mejor no desvelarlo. Al fin y al cabo, esta absorción consiguió la inmortalidad mediática, a través de libros y películas, e incluso la prensa aún recuerda sus cifras con algunos reportajes. És fácil saber todos sus datos. Las normas eran simples "No pagar nunca en efectivo. No decir la verdad. No seguir las normas", pero se complicó por los egos de cada unos de sus personajes.
Para los que os gustan las series de ejecutivos como "Suits" o las novelas como "La Hoguera de las Vanidades" de Tom Wolfe, "Barbarians at the Gate" es el relato de una situación real, dónde no falta ningún detalle.